20/10/21
Las organizaciones ecologistas y sociales llevamos ya muchos años en lucha para conseguir una vida y un planeta mejor. Luchamos por nuestra salud y bienestar y por la del planeta; para poder convivir en unas condiciones que nos permitan tener una vida libre de contaminación.
Algunas organizaciones tenemos una lucha en común para hacer esto posible: los aviones, el transporte más contaminante que existe, el que provoca contaminación ambiental, química y acústica y el que afecta tantísimas personas.
El pasado 19 de septiembre nos unimos. Salimos a la calle y con un grito unísono dijimos basta a la ampliación del aeropuerto. Un «basta» que resonó por todas partes y que consiguió cambiar la situación: haciendo replantear muchas de las ideas decididas y también las maneras de funcionar y que culminó con el abandono, de momento, del proyecto que AENA tenía entre manos .
Pero la lucha no termina aquí. Hemos vencido, pero no podemos parar. Realmente hemos llegado muy lejos pero, ¿y ahora qué? Ahora que hemos parado la ampliación, que queda por hacer? La respuesta es MUCHO.
Hemos visto que el problema no sólo es una futura ampliación sino que lo que ya tenemos no es lo más adecuado. La contaminación química y acústica y la afectación medioambiental que provoca un solo avión es de una magnitud exagerada que ni las personas, ni el medio ambiente podemos soportar. Según la OMS, «está considerado que, cualquier sonido que sobrepasa los 65 decibelios ya es ruido y que puede ser nocivo para aquellos que la escuchen. Un solo avión puede provocar 130 decibelios de ruido, un número mucho más elevado que el que la OMS establece como perjudicial». Por lo tanto, la OMS recomienda que, durante el día, no se sobrepasen los 53 db y durante la noche los 45 db.
Es cierto que la meta que hemos superado es grande y tenemos que estar orgullosos, pero con eso no basta. Tenemos que ir más allá y llevar esta meta, entre otras, a nivel estatal y mundial.
Debemos entender que la lucha no va de eliminar el aeropuerto. Es evidente que hay trayectos en los que son imprescindibles los aviones. La clave es reducir al máximo o eliminar los que no lo son, y buscar una alternativa que no atente contra la salud de las personas ni la del medio ambiente. Por lo tanto, tenemos que cambiar el término ampliación por decrecimiento.
Llevamos ya un buen tiempo rodeados de crisis. Estos últimos dos años hemos vivido una situación inesperada. La Covid-19 ha cambiado la situación mundial y nos ha puesto en lugares y momentos que nunca nos hubiéramos imaginado. Tal como explicamos en un artículo anterior «el largo confinamiento y su penosidad para todos los ciudadanos nos ha permitido entender que, entre las causas que explican la rápida expansión del coronavirus, está la intensa movilidad de la población y mercancías, y la desaparición rápida de las diversas barreras ecológicas que nos protegían de los saltos de virus entre especies “.
Parece que esta pandemia, en parte, nos ha hecho reflexionar y hemos podido entender que la preservación del medio ambiente es sinónimo de nuestro bienestar y que, incluso, el hecho de eliminar la contaminación, «compromete la misma conservación del especie “.
Por otra parte, la crisis ambiental hace años que la arrastramos y, aunque en la actualidad hay más concienciación, todavía queda mucho camino por hacer y mucho negacionismo al que vencer. El cambio climático es un hecho y se debe combatir. Una parte de esta gran lucha es por lo que también luchamos nosotros. El avión es el transporte más contaminante de todos y contribuye alrededor del 2% de las emisiones mundiales de carbono, según la Asociación Internacional de Transporte Aéreo (IATA).

Huella de contaminación (AEMA)
Hablando de negacionismo, AENA pretende que el aeropuerto siga creciendo. El pasado 28 de septiembre se decidió que no seguía adelante el proyecto de ampliación del aeropuerto de Barcelona, pero sólo por el momento. AENA, tumbando así todos los argumentos de peso que nosotros damos por no seguir adelante con tal proyecto, quiere seguir intentándolo y llevarlo a cabo dentro de unos años.
Como dijeron, pretenden hacerlo con una inversión de 1.700 millones de euros, pero, lo que es más interesante es que aún tiene pendientes compensaciones ambientales desde el 2002 debido a la anterior ampliación, que afectaba a espacios situados dentro de Xarxa Natura 2000.
Por otra parte, es importante recordar y tener en cuenta que existe el riesgo de socialización de las pérdidas a cargo de los presupuestos públicos, tal como establece la Ley 18/2014 que regula el DORA II. Lo que ya advertimos en el manifiesto publicado en nuestra web.
Como ya dijimos anteriormente: ”No se trata de eliminar el aeropuerto, se trata de darle una dimensión que haga posible su convivencia en un espacio intensamente habitado y su gestión considere, además del lucro económico, la poco tangible pero necesaria protección de la salud de las personas «.